viernes, 14 de julio de 2017

El Yeti, de Curtis Garland

No hace muchos días, me di permiso para una lectura de esas que uno puede denominar "placer culpable", porque no corresponde a un texto de aquellos considerados "serios", por esos señores que minimizan la cultura popular y desprecian aquellas novelas cuya única función es entretener. Allá ellos. Desde que salí de la universidad, hace ya más de 20 años, su opinión no me importa demasiado. Todo este preámbulo fue para introducir el hecho extraordinario de que busqué una de esas antiguas "novelas de a duro" que Bruguera publicaba por allá por la década del 70 y que conocí en mi niñez, pues mi padre solía leerlas; a él le gustaban las de Oeste, con indios y vaqueros. A mí me gustan las de Ciencia Ficción, con naves y extraterrestres. No obstante, en esta ocasión, elegí una de género fantástico, El Yeti, de Curtis Garland, que es el pseudónimo del escritor español Juan Gallardo Muñoz.



La novela, que se refiere a un clásico del terror y del misterio, como lo es El abominable hombre de las nieves, transcurre en Londres, en su primera parte, donde un horrorizado padre de familia, Lionel Sothern, contrata a un destacado investigador y aventurero, Brad Jeffries, para que lo acompañe a los Himalayas a encontrar a su esposa e hija perdidas en una excursión fsmiliar un año antes. El misterioso y millonario contratante, sin embargo, señala con claridad que ambas han sido secuestradas por el yeti. Más allá de disquisiciones científicas, logra conmover al investigador y se inicia una aventura imposible a los pies del Himalaya y luego en plena cordillera.

La presencia invisible, pero claramente omnipresente de la bestia terrible cruza todos los momentos de una novela que, no obstante, tiene tantos episodios notables, como inverosímiles, pero se mantiene en pie y consigue atrapar con la atractiva trama que su autor ofrece.

Garland no escatimará esfuerzos para sorprendernos. Incluirá dos misteriosas apariciones de mujeres, la novia de Jeffries y la sobrina de Sothern, las que son incorporadas a la novela de forma bien poco creíble. Pero así también incluye a un misterioso sabio tibetano que le entrega conocimientos, ayuda y atención. De la misma manera, el personaje del piloto que los lleva a la cordillera, es verosímil y bien logrado, aunque no tanto su fortuita escapada de un accidente aéreo. El imposible encuentro con su hija en las nieves eternas, es parte fundamental de la trama y de la explicación  que la novela ofrece respecto del "abominable". Y he aquí que lo mejor de la novela, está al final, es precisamente ese desenlace, el que contiene la parte más creativa y sorprendente de la obra.

En Santiago, hay muchos lugares, especialmente en San Diego, donde encontrar estas novelitas cuyo valor suele ser inferior a mil pesos. Así que si se encuentra con este Yeti, con un horrorosa portada, mera copia de un mal disimulado King Kong y Ud. no es muy remilgado en sus gustos literarios y, además, se quiere dar un tiempo para leer sin mayores preocupaciones, El Yeti, de Curtis Garland (o cualquier novela de mi amigo Ralph Barby), es una buena opción.

prof. Benedicto González Vargas

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