domingo, 18 de junio de 2017

El entusiasmo a toda prueba de Antonio Skármeta

El pasado día 21 de mayo, en la sección de Artes y Letras del diario El Mercurio, , apareció una interesante entrevista al escritor chileno Antonio Skármeta, recientemente incorporado a la Academia Chilena de la lengua. El texto, firmado por la periodista María Teresa Cárdenas, es de bastante interés y, por eso, lo reproduzco in extenso.

"Su ingreso a la Academia Chilena de la Lengua coincide con los 50 años de la publicación de El entusiasmo , su primer libro de cuentos. Un título que parece haber marcado la trayectoria literaria y vital de este escritor. 


"Cincuenta años equivale a un cuarto de la historia de Chile independiente", dice todavía sorprendido con este aniversario de su libro El entusiasmo (1967), en el que por primera vez mostró sus dotes narrativas con cuentos tan recordados como "La Cenicienta en San Francisco" y "Nupcias". Pero no fue Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940) el que reparó en la fecha, sino el escritor, y también su amigo, Carlos Franz, a quien hace unos días le correspondió recibirlo como miembro de número en la Academia Chilena de la Lengua. Skármeta fue elegido por unanimidad para ocupar el sillón de Óscar Pinochet de la Barra (1920-2014).

Sobre el espíritu que animaba ese primer libro de cuentos, al que muy luego se sumó Desnudo en el tejado -que incluía el famoso "El ciclista del San Cristóbal" y obtuvo el Premio Casa de las Américas 1969-, recuerda: "El entusiasmo era una actitud vital, la celebración de la juventud, de la naturaleza, la aceptación de la finitud como un trauma al mismo tiempo gozoso; también lo que había aprendido en el colegio de literatura mística, que le daba una cierta espiritualidad a lo corpóreo. Todo eso me tocaba mucho". Y sobre todo, el lenguaje: "En uno de esos cuentos, 'El Trote', hay dos cabros que hacen la cimarra y sienten que tienen que hablar desordenadamente todo lo que les preocupa y todo lo que se les ocurre, y hacer de eso una fiesta de comunicación excepcional, no rutinaria; es decir, poner el lenguaje por delante", explica sentado en el living de su acogedora casa, ya recuperado de la enfermedad que lo afectó hace un año. La baja de peso es evidente, pero su inconfundible sonrisa se mantiene intacta.

El entusiasmo parece haber ido mucho más allá de ese primer libro y haber lanzado a su autor en innumerables aventuras creativas, que incluyen el teatro, el cine y la televisión. Y también a aventuras vitales. "Bueno, en la juventud los acentos en el entusiasmo son más fuertes. A esta edad uno tiende a la melancolía", reflexiona.
Aun así, no para: en julio asistirá al estreno en Brasil de "O filme da minha vida", de Selton Mellon, basada en su novela Un padre de película (2010).

En su discurso en la Academia de la Lengua, Skármeta recordó a sus abuelos croatas y cómo ese idioma de los afectos, pero que apenas podía entender, intensificó su "percepción del castellano que se hablaba en la calle y en el colegio". Su amor por la lengua española cristalizó en el Instituto Nacional, donde fue parte de las academias de Letras y de Teatro. "Mis amores partieron por la literatura clásica, fundamentalmente el teatro español, Calderón de la Barca, Lope de Vega y también el teatro de Cervantes, aparte de El Quijote y las Novelas ejemplares . Ahí me arrebató no solo el sabio decir, sino el decir galano o vistoso, brillante; el lenguaje como espectáculo. Eso me fascinó siempre".

Mientras estudiaba filosofía en el Pedagógico de la Universidad de Chile -fue alumno de Francisco Soler e hizo su tesis sobre Ortega y Gasset-, Skármeta no abandonó su amor por el teatro y la literatura. "Estaba escribiendo El entusiasmo y dirigía el grupo de teatro del Pedagógico, el CADIP. Hacía teatro contemporáneo, pero lo iba mezclando con teatro clásico español. Estaba todo el día en la universidad. Me iba a meter a clases de literatura inglesa y de literatura española. Y me seguía apasionando tanto el teatro que decidí inscribirme en la escuela nocturna de la U. de Chile para estudiar actuación y dirección teatral. Alcancé a estar un año así...

Pero el aporte de la filosofía a su vocación literaria no fue menor. "Mi relación y mi encanto fue con la filosofía griega, clásica y preclásica; la presocrática es una filosofía de la luz. Son filósofos muy físicos, muy sensuales. Los griegos me motivaron intensamente. En mi trayecto curricular por la filosofía fui ayudante de Paco Soler, y como profesor, mi especialidad fue la filosofía contemporánea, pero en ella también elegí algunos filósofos escritores, y me incliné por el existencialismo. Sartre, Camus. Y recuerdo la famosa frase de Camus: 'La juventud es terror físico a la muerte del animal que ama el sol'. Cuando leí esa frase me identifiqué completamente y me puse camusiano, ¡que no te puedes imaginar!".

Primero por sus estudios en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, y luego el exilio en Alemania -donde más tarde sería embajador-, Antonio Skármeta ha "vivido" en otros idiomas. Estos han tenido distinto significado para él y también le han permitido conocer mejor su propia lengua.

-Uno de mis cantantes favoritos de todos los tiempos es Tony Bennett. Y la primera canción norteamericana que escuché, cuando tenía diez años, fue "Because of you". Todavía, hay días en que en la ducha, o bajo la lluvia, la canto. "Because of you there's a song in my heart" (entona). Después vino el jazz, el cine. Y cuando me cae, el último año de la escuela secundaria, Shakespeare, con un buen profesor, ya el inglés me agarró y me puse a estudiarlo en el Chileno-Británico, y en la biblioteca descubrí a los escritores que estaban de moda, los angry young men . El alemán, en cambio, es un idioma que no estaba planeado en mi vida. Es decir, cuando me voy por la dictadura a Berlín Occidental, me arreglo de maravillas hablando inglés durante un año, hasta que vi que era absurdo seguir refugiado en esa lengua. Comencé a estudiar alemán hasta que lo aprendí. El alemán es el idioma de los afectos maduros. El inglés para mí tiene la vibración de la juventud.

Respecto de la literatura, cree que "es hacer visible algo que ni siquiera para uno es evidente". En ese sentido, dice que le sorprenden los autores que antes de escribir tienen diseñado el itinerario. "Yo soy todo lo contrario -explica-, soy un escritor tentativo, voy motivado por algo incierto que va buscando su formulación".
Pero a 50 años de su primer libro, reconoce un cierto "plan de escritura".

-Una línea, una perseverancia, que no es menor, es un sí a la existencia. Es decir, la existencia tiene una herida de nacimiento, que es la conciencia de su finitud. Cómo se arregla cada escritor, cada filósofo, cada poeta con la conciencia de la finitud es casi una definición de cómo va a ser su obra. Si se dice "es un milagro la existencia y voy a disfrutarla as long as I live . Sé que viene la enfermedad, la muerte, la decadencia, la ausencia, el olvido, todo eso. Pero puesto en la balanza, con todo lo que la vida te da..." ¡Todo lo que la vida me ha dado, sin ninguna duda! La aceptación de la totalidad, en su grandeza y en sus límites, creo que es lo definitorio. Y eso introduce un factor amatorio. Por eso que lo mío es una literatura del amor, del respeto, de la convivencia. También las zonas más oscuras están presentes, mitigadas por el humor, por la autoironía.

En 2014, Skármeta obtuvo el Premio Nacional de Literatura, lo que -como es tradición- no estuvo exento de polémica, y ahora se incorpora a la Academia Chilena de la Lengua. Sobre esta trayectoria literaria de medio siglo, reflexiona:



-En la primera juventud uno no está atento a las formalidades, al contrario, uno quiere innovar en el lenguaje. Ahora soy hincha de lo clásico, de lo medieval, de lo romántico, ¡de todo! Uno ya no ve la literatura como una etapa que supera a otra etapa, sino todo como un solo amor.

Como puede apreciarse, unamuy interesante entrevista.


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