lunes, 10 de mayo de 2004

El Ermitaño, de Benedicto González Vargas

El Ermitaño, personaje simbólico que no requiere explicación, pues se presenta en cada cultura y en cada momento de la evolución humana. El anciano de larga barba que sólo necesita su bastón para conectarse con el plano terrenal y una lámpara que ilumina su camino y su mente (y la de todos las que lo escuchan). He aquí la columna vertebral de este texto profundo que analiza el alma humana y sus necesidades espirituales. Este libro que comenzó a gestarse primero en el corazón de su autor para luego, desde su intelecto, cobrar vida, nos beneficia con una serie de enseñanzas que ayudan a centrar la vida en la verdad y en la luz.

Esta obra se inscribe en el mismo género literario que El profeta, de Khalil Gibran y en ella, Benedicto González, hace hablar al ermitaño desde su sabiduría, la que se fue forjando a lo largo de más de ochenta años. El libro invita al lector a plantearse la vida de una forma más exacta, sin el velo de las apariencias que distorsionan la realidad de la Perfección y del Amor.

La intertextualidad que este libro tiene con Así hablaba Zarathustra, es evidente -aunque no exclusiva, porque también resuenan otros hitos literarios-, en la obra se rescata al personaje que se encuentra con Zarathustra en el bosque y se lo eleva a la categoría de sabio, capaz de transmitir el más puro amor que viene de Dios, sacándolo de la pesada limitación terrena en que está sumergido el personaje nietzscheano y revelando lo que en él hay de divino, profundo y mágico.

Sin dudas este es un trabajo complejo, no es fácil reelaborar un personaje que es un hito en la literatura y la filosofía de Nietszche (es tras el encuentro con el Ermitaño que Zarathustra revela su más terrible enseñanza: la muerte de Dios). Sin embargo, todo esto queda atrás al seguir la huella de este otro Ermitaño, el de nuestro autor, un personaje etérico, sabio, pleno de la divinidad y dispuesto a iluminar las conciencias.

En este texto maravilloso resplandece la magia del tarot, la que está claramente guiando la mano del autor, el arcano número IX es el leiv motiv  y una lectura atenta del libro revelará los muchos lazos que esta obra tiene con la más famosa de las cartomancias. Pero eso no es todo: este es un libro pleno de relaciones místicas, espirituales, religiosas, metafísicas, numerológicas, etc., en que la Luz guía palabra y cada idea. El Ermitaño es, sin duda, una obra que abrirá consciencias y llevará una verdad a muchos seres que necesitan un camino para avanzar.

Ángel Bey, Santiago de Chile, primavera de 2000.
Publicado originalmente en Revista El Acuariano N° 1

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