domingo, 19 de marzo de 2017

Es necesario seguir motivando la lectura en los niños

Son varias las oportunidades en las cuales me he referido a este tema, porque en verdad pienso que fomentar el hábito de lectura en nuestros niños y jóvenes es crucial para su desarrollo como personas, incluso más allá de la evidente necesidad académica, aunque al respecto se debe insistir que leer y escribir estarán presentes en cualquier desarrollo profesional futuro al que ellos aspiren.

A los niños hay que leerles siempre, desde el principio. Hay muchos padres, por ejemplo, que cuando el bebé aún se encuentra en el vientre materno, suelen hablarles y ponerles música. Yo me pregunto, ¿y por qué no leerles algo breve? Me refiero a decirles: "Ahora te voy a leer algo lindo..." que el niño se acostumbre a relacionar el verbo leer con algo agradable. Hacerlo es útil para fomentar habilidades lectoras que son herramientas importantísimas que el niño va a necesitar muy pronto, incluso antes de la alfabetización formal.



Quienes han leído mis artículos anteriores encontrarán que algunas ideas aparecen reiteradas. Es así porque cuando encuentro nuevo material para compartir o se me ocurren algunas nuevas ideas que pongo en práctica, las reúno con las anteriores, porque de ese modo se van ampliando las opciones para potenciar la lectura y mis lectores no necesitan volver a textos anteriores, salvo que deseen profundizar en algún aspecto.

¿Y cómo se potencia la lectura?

1. Que los niños escojan los libros: El hábito lector se forma desde la primera infancia, mucho antes de entrar en la escuela. Por supuesto que en la escuela sus profesores les seleccionarán libros necesarios para explicar o desarrollar algún aspecto del programa de estudios y dichos textos, son de lectura obligatoria. Acá me refiero a un niño que es llevado por sus padres a ver libros, aún cuando es muy pequeño y que se le permite escoger aquel que llama su atención. Llevar a los niños a ferias de libros y librerías es una delicia y comprar un libro, muchas veces, se convierte en un recuerdo imborrable

2. No hay hora de lectura: O mejor dicho, todas las horas son buenas para leer. Estamos acostumbrados a que leer un cuento en la noche, antes de que se duerman, es lo más apropiado. Por supuesto que es una buena idea, pero ese cuento se puede leer los fines de semana al despertar, antes o después de un rico almuerzo, etc., lo que quiero decir es que los niños deben darse cuenta que uno puede leer en cada momento disponible.

3. Leer a diario: La lectura no debe ser una actividad ocasional, sino que diaria, como la alimentación, la higiene, el orden y no agrego el juego, porque debemos aspirar a que la lectura sea parte del juego. Se juega / lee a diario.

4. Intercambiar ideas y comentarios: Por muy pequeño que sea el niño, aunque aún no lea por sí mismo y haya que leerle los textos, siempre es muy útil comentar los libros con él, conocer su opinión sobre las acciones y personajes y darle la nuestra. No solo lo estamos acostumbrando a que leer posibilita un buen tema de conversación, sino que, además, vamos formando su sentido crítico y reforzando sus valores éticos (como en la lectura de fábulas y parábolas o cuentos con intención valórica).

5. Formar con ellos la biblioteca personal: Así como hay un baúl de juguetes o estantes donde se guardan y exponen, también los niños deben saber que hay un espacio dedicado a los libros. Formar con ellos su propia biblioteca se convierte en juego, desafío y motivación. ¡Es tan fácil hacerlo! 

Los niños gustan de imitar a sus padres y convierten en juegos las acciones diarias. Qué significativo sería que cuando juegan "al papá y a la mamá", hubiera un par de segundos vinculados a la lectura...que el papá llega del trabajo y coge el diario para leerlo o que la mamá le comenta, mientras sirve el té en las tacitas, que ha leído un libro entretenido. Si eso ocurre, es porque en esa casa hay lectura y una biblioteca familiar presente a diario en un lugar destacado de ese hogar. 

6. Libros al alcance de los niños: Pero esa biblioteca debe estar al alcance de los niños. Es muy común el error de dejar los libros maravillosa y atractivamente expuestos en la pieza de los niños, pero a una altura inalcanzable para ellos, con la excusa de que los rompen o dañan. Hay otras formas de enseñarles a conservarlos y al obligarlos de ese modo a pedir los libros cuando los quieran leer, es una forma muy clara de vincular la lectura con algo excepcional, vinculado a la autoridad y complicado. Son sus libros y deben tenerlos a su disposición siempre.

7. Recomendar libros a los mayores: A los niños mayores recomendarles un libro acorde a su edad e intereses. Las historietas, revistas de deportes, cine o moda, son una buena alternativa. En lo personal, aunque mis hijas ya tienen más de 15 años, aún les recomiendo o regalo textos de sus intereses, revistas de arte para mi universitaria hija artista plástica y cuentos de sus personajes favoritos, para mis hijas de secundaria.

8. Adultos lectores: Finalmente, es obvio que muy pocas de las recomendaciones anteriores serán implementadas en familias donde no se lee. Aunque algunas cosas puedan hacerse y con motivación los padres las hagan, si ellos no leen, si sus hijos ni siquiera se enteran de que ellos han leído algo, los adultos se convierten en ejemplo de que la lectura no es necesaria y que se forme un buen lector en ese hogar sería algo excepcional.

Ya lo dije antes, en otro artículo, y tal vez en más de uno: Hoy veo muchas casas donde no hay ni siquiera un libro. Hay enormes televisores de plasma, equipos musicales de alta fidelidad, teléfonos móviles con todo tipo de aplicaciones, consolas de juegos de última generación. Incluso he visto hogares con salas de juegos o de cine, pero sin biblioteca...

prof. Benedicto González Vargas

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