Los clubes de lectura se trasladan a las redes

Juntarse en el living de una casa para comentar el último best-seller ya no va. Ahora los aficionados a los libros están comentándolos a través de las redes sociales, en los clubes de lectura 2.0.

por Fernanda Derosas

Inés por estos días lee el libro El hombre que amaba a los perros, del escritor cubano Leonardo Padura. Apenas lo termine, tuiteará un comentario del libro a las más de 11 mil personas que siguen la cuenta @Clublectura en Twitter, para que después ellos opinen. Así de simple: ahora las tertulias de los clubes de lectura se trasladaron a la web. Y cada vez más personas se suman a este nuevo formato.

¿La gracia? que la participación es libre y puede ser en cualquier momento, lo que permite que los interesados puedan compartir, a la vez, con miles de personas el placer por la lectura. Esto, según los participantes, permite conocer una amplia gama de autores a los que, por sí solos, no podrían llegar.

Algunos de estos sitios son Club de lectura, Escuela de lectores y Fantasía Austral, y reúnen a miles de fanáticos de todas las edades y gustos literarios. Por ejemplo, Benedicto González (47), profesor, participa hace un tiempo en el sitio Club de lectura y aporta generalmente con literatura clásica, como Frontera de Luis Durán. De esta forma los sitios también permiten crear subgrupos de acuerdo a los intereses literarios.

Benedicto es parte de los casi 5.300 miembros de este club que surgió en 2008 como página web. Uno de los creadores, Pedro Verdugo, de la consultora Gulliver S.A., cuenta que cada vez hay más interesados que van probando el formato que más les acomode y en ese sentido las redes sociales han hecho su parte, porque facilitan la convergencia de interesados de distintos ámbitos y de todas las edades.

En ese escenario, Verdugo deja en claro que los clubes de lectura virtuales no son para críticos expertos o formales y que es, justamente, esa particularidad la que propicia que basta con querer para ser parte.

Los clubes 2.0 funcionan generalmente con dos dinámicas de participación. La primera son los comentarios con respecto a lo que les provocó la lectura, que generalmente incluye el compartir la portada del libro y que se genere un escenario de discusión. La segunda es que se proponga un libro, se vote y el título elegido lo lean los interesados, quienes tienen un mes de plazo para comenzar a compartir las opiniones. Todo esto se hace en el horario que cada persona elige.

Justamente fue eso lo que le acomodó a Inés Carbacho (34), socióloga, quien a pesar de considerarse aficionada a la lectura, no tiene tiempo para unirse a un club físico. Por eso, desde hace algunos años participa desde Twitter. Su primera aproximación fue mirar lo que la gente escribía, luego comenzó a seguir a algunas personas que comentaban habitualmente e hizo un subgrupo con las recomendaciones que más le gustaban. Seis meses después, se atrevió a escribir sus propias recomendaciones. “Me di cuenta de que la avidez por compartir y encontrar comentarios de libros le pasaba a mucha mucha gente. Y como participo cuando quiero, me permite darle continuidad”.

Estos sitios, como toda agrupación, tienen sus reglas: es un espacio para compartir opiniones, la idea no es usarlo como un lugar para hacer publicidad ni escribir literatura. Para esto último también ha nacido un sitio en las redes sociales: Fantasía Austral. Una página que da espacio a quienes les interesa hacer literatura, pero en este caso, sólo permite la fantasía como género literario. Además, genera reseñas y comentarios.

Gerardo Sanhueza (27) es parte de este grupo que surgió en 2011 y cuenta que desde que el sitio se instaló en las redes sociales el año pasado, el público se duplicó, llegando a las 14 mil visitas mensuales y un poco más de cinco mil seguidores. Este crecimiento, según sus creadores, se debe al interés por este tipo de sitios y también a que por las redes la gente se atreve a participar más que en las reuniones cara a cara sobre libros.

Así las cosas, los clubes de lectura online están en marcha, para que lo tome en cuenta la próxima vez que no tenga con quién comentar ese libro que tanto le gustó.