viernes, 12 de junio de 2015

Las cosas que nunca tuve: Gabriela Mistral llevada al teatro


Amo las cosas que nunca tuve
con las otras, que ya no tengo

¿Qué hacen seis mujeres que tienen insomnio y, por lo tanto, la noche se hace larga y deprimente? 

Muchas personas podrían responder cosas tales como ver televisión, leer, escribir, estudiar, jugar solitario, visitar las redes sociales, llamar amigos y amigas para organizar un encuentro, etc. Muy pocas personas nos responderían como las mujeres que aparecen en esta notable pieza teatral: Leer y cantar los poemas de Gabriela Mistral.

En efecto, la obra dirigida por Elvira López y con dramaturgia de Gabriela Aguilera, usa textos poéticos y epistolares de nuestra premio nóbel para ir desentrañando, a través de ellos, la compleja figura social y personal que fue Lucila Godoy. Los chilenos, probablemente bajo el imperio de un pésimo planteamiento pedagógico y un escasísimo nivel de lectura, tenemos como sociedad una imagen de nuestra Gabriela Mistral que no pasa de ser una caricatura edulcorada que indignaría a la propia maestra de Elqui y ante la cual se rebelaría con toda su profunda batería intelectual y de comportamientos. Dicho de otro modo: Gabriela Mistral no fue la tierna profesora que escribía rondas infantiles y profesaba piadosamente la fe cristiana. No fue la ciudadana políticamente correcta que nunca contradijo las normas sociales y que guardó silencio ante lo que no le gustaba. Muy por el contrario, la poesía de Gabriela Mistral y sus cartas, que hoy conocemos, su vida entera, en realidad, la muestran como una mujer magnífica, profunda en sus convicciones y luchadora por sus ideas; revolucionaria en un tiempo y en una época en que las mujeres no tenían –literalmente– ni voz ni voto.

Discrepaba públicamente de las políticas sociales y de los políticos de la época, fue una convencida feminista cuando las mujeres llevaban una tímida vida bajo el alero masculino. Liberada íntimamente de las convenciones y ataduras de su género exploró sus afinidades sexuales sin detenerse ante las convenciones sociales. Expuso sus ideas humanistas, pedagógicas, políticas, con claridad meridiana, buscando siempre no traicionar, bajo ninguna presión, sus convicciones interiores más caras.

Mucho de esto se revela en la obra las cosas que nunca tuve, muchos de sus textos provienen de versos y cartas de Gabriela Mistral y, en una acción intrépida, que me parece notable, en la obra nadie encarna a la Mistral. No hay un personaje que sea ella. Son las seis insomnes las que, a través de sus parlamentos, van revelando a esta mujer notable, a partir de sus propios escritos.

Una pieza teatral bella y bien llevada al escenario, donde versos y música se complementan perfectamente y donde lo que importa es la consecuencia con las ideas mistralianas y lo único que no importa es la secuencia cronológica tan habitual en toda representación mistraliana, y que también ha contribuido a formar la caricatura de nuestra primera Premio Nóbel.

Obra notable, recomendable plenamente, que actualmente está en exhibición en el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral), institución que honra la memoria de Gabriela mucho más profunda y fielmente con la presentación de esta obra, que con el propio nombre institucional.

prof. Benedicto González Vargas

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