viernes, 2 de diciembre de 2011

El Anti-Cervantes parra Nicanor

A propósito del esquivo Nobel para Nicanor Parra, en alguna oportunidad, haciendo uso de toda su ironía y buen humor,  él comentó que si no aparecía en la lista de ganadores, al menos aparecería en la de los que no lo ganaron y estaría, además, en buena compañía, con Borges y otros grandes que nunca lo obtuvieron. Algo parecido estaba ocurriendo con el Cervantes, hacía años que sonaba entre los posibles y siempre era postergado. Se llegó a especular que se trataba de un problema de edad y de que Nicanor no siempre está disponible para ir a recibir en persona los premios (requisito no escrito, pero importante en el Cervantes).
Lo concreto es que Parra lo recibió este año y la literatura chilena vuelve a brillar internacionalmente, al apuntar su tercer nombre en el nobel hispanoparalante. Así, Jorge Edwards, Gonzalo Rojas y Nicanor Parra logran empinarse en el Olimpo de las letras hispanas. Pero nuestro Nicanor es inefable: Cuando el gobernador provincial de la provincia de San Antonio, donde vive el poeta, se entera del galardón, va con comitiva y todo a saludarlo personalmente, pero el poeta se excusa, agradece y no lo recibe. Nicanor ha estado encerrado en su casa todo el día y no se asomó ni a las ventanas, tampoco atendió el teléfono.

Por ahí se supo que su hija trató de animarlo a celebrar, pero él, como si fuera lo más normal, seguía repitiendo que no creía habérselo ganado. Pero Parra es Parra, así de simple y se las ingenió para que la prensa supiera (y luego publicara) que mientras deliberaban en España y le asignaba el galardón, él estaba tranquilamente leyendo el Quijote. Más de alguien dirá que fue premonitorio que estuviera precisamente leyendo en Quijote mientras le conferían el Cervantes, pero Parra se apresura a aclarar, chuscamente, que estaba leyendo el Quijote..., pero el de Avellaneda. Cierto o no, es muy propio de Parra, de su mirada lúdica e irónica de la vida, de esa forma tan propia de andar siempre buscándole el cuesco a la breva, que se afirmen los españoles si es que Parra se anima a viajar a recibir el premio (sus 97 años lo hacen improbable), porque de ser así tendrán un discurso memorable, no demasiado académico, pero una pieza digna del gran poeta que es Parra.

No es menor la trilogía internacional de este antipoeta, el Juan Rulfo, el Reina Sofía y el Cervantes. No muchos `pueden lucir ese palmarés. El Nacional de Literatura de Chile completa la lista de premios mayores. Todos merecidos, todos necesarios, todos obtienen más lustre al tener su nombre en las listas. El Nobel se lo pierde, allá ellos.

Digo con total veracidad que todo Chile celebró este premio. Parra es nuestro poeta mayor, el último de los 4 grandes que sigue vivo. Flaco, medio loco (pero muy lúcido), arremetiendo contra gigantes invencibles, Parra es como un Quijote y tal vez por eso es un buen Cervantes. Pero Parra es un antipoeta, justo es entregarle, entonces, el Anti Cervantes, que debe ser creado, inventado, obtenido de la antimateria sólo para él.

Ojalá falte mucho para que emprenda el viaje definitivo, pero su epitafio lo conocemos hace décadas, recordémoslo como homenaje:  

De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa
Hijo mayor de un profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca del ídolo azteca
-Todo esto bañado Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo detonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!

(Epitafio, Poemas y Antipoemas, 1954).

prof. B. Andrés González Vargas

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