miércoles, 20 de abril de 2011

Una mirada a la Ciencia Ficción en el Colegio Alexander Fleming

Como muchos saben, trabajé en el Colegio Alexander Fleming de Las Condes, Santiago de Chile, desde 2003 hasta 2010 y solía desarrollar allí algunas actividades anexas a mi función docente, entre ellas, el año pasado en conjunto con la Biblioteca del Colegio organizamos el Día del Libro, dedicado a la Ciencia Ficción. El siguiente artículo es mi última actividad en dicho Colegio y fue publicado en el Anuario 2010, cuya edición se dio a conocer en diciembre pasado y a mí me llegó en el mes de marzo. Dejo aquí la versión completa de la publicación, que ocupa las páginas 19-21 de dicha revista anual:
 Para los críticos y los académicos, a menudo la Ciencia Ficción ha sido un género de segunda o tercera categoría; en las aulas universitarias se lo ignora y nuestros mejores exponentes han permanecido desconocidos para la mayoría de los chilenos, aun cuando consigan interés, lectores, traducciones y muchas ediciones en el extranjero. ¿Será, como dicen algunos, que estamos muy lejos de los centros donde se investiga el universo? No creo. Es cierto que la NASA y las plataformas desde donde han salido los cohetes y naves espaciales están muy distantes, pero la IV Región de Chile es un centro mundial de investigación estelar. No tiene que ver con eso, creo yo, tiene que ver con algo más profundo que, de seguro, ha sido moldeado por doscientos años de cultura escolar y académica fuertemente vinculada a lo telúrico, a lo histórico, a lo criollo. En efecto, la corriente criollista tuvo en Chile un momento de auge que, aunque ya pasó, dejó una impronta estilística y nombres imborrables en nuestras letras, como Luis Durand, Mariano Latorre, Víctor Domingo Silva y Otros. El realismo de Baldomero Lillo, Alberto Blest Gana, Nicomedes Guzmán y, en general, de todos aquellos que han cultivado la veta de contar historias próximas a la realidad o fuertemente centradas en lo histórico, político y social, puede explicar por qué las aventuras de mundos y tiempos lejanos han tenido tan poco impacto en Chile. El caso de Isabel Allende y su recurrente mirada mágica puede parecer excepcional, pero si exploramos bajo esa cubierta, aparece de nuevo el campo, la ciudad y la historia, como sustrato ineludible.

Hugo Correa, el mayor genio de nuestras letras en la Ciencia Ficción, escritor traducido y reconocido en todo el mundo, destacado por autores de la talla de Ray Bradbury , por ejemplo, vivió y murió sin haber recibido en Chile un reconocimiento a su labor. Sin embargo, dejó huellas. Sin él no se entiende la existencia de talentosos autores como Diego Muñoz Valenzuela o Jorge Baradit, que tanto éxito internacional tienen y que cultivan el mismo género.

Pero, ¿qué es la Ciencia Ficción y por qué bajo su influjo millones de lectores a lo ancho del mundo la buscan, siguen, leen y comentan? Lo primero que hay que anotar es la absoluta incoherencia del nombre que ha hecho fama. ¿Hay algo más opuesto que los vocablos ciencia y ficción? En una mirada profunda, con respeto a la semántica de ambos, no son acaso palabras que se rechazan mutuamente? Algunos eruditos del género, comprendiendo esta insalvable contradicción, han preferido hablar de ficción especulativa, aunque este nuevo nombre poco diga de las profundidades del género. Una segunda cosa que hay que decir es la creencia, más o menos generalizada, de que la CF debe anticipar el mundo, hablarnos de lo que vendrá, de las nuevas tecnologías, de los nuevos campos que se abren a la actividad humana.  El éxito atemporal de Verne contribuye a esta visión. Si él inventó, literariamente hablando, los submarinos, los cohetes espaciales, los teléfonos, los televisores, los automóviles, los fax, incluso, ¿no debe seguir así la CF por siempre? No solo no comparto esta idea, sino que, además, me resulta altamente peligrosa. Eso me lleva a un tercer punto.

¿En qué está la CF hoy? Tanto en Chile como en el resto del mundo, sigue hablándonos del futuro, de planetas lejanos, de extraterrestres, de guerras horribles, de desastre ecológico y de otras muchas barbaridades cometidas por humanos y humanoides  y creo que allí está su misión. No la de anticipar, como señalaba en el párrafo anterior, sino la de prevenir. Decir ¡cuidado, si seguimos por este camino, vamos a llegar a esto! Desde esta perspectiva, ojalá nunca ocurra lo que la CF describe en sus obras. Pongámoslo así:  la CF ve a la ciencia y sus ramas como a un paquete de virutillas. Toma una hebra y la estira, la estira hasta ver dónde puede llegar y en ese punto ambienta  su ficción. En ese punto nos advierte de los riesgos y nos deja amplio espacio para maniobrar y no llegar hasta allí. Quienes hayan leído a Huxley, me entenderán mucho mejor.

Este año que termina le dimos un espacio destacado a la CF en nuestro Colegio. Una completa exposición de su historia en las letras chilenas fue presentada para el Día del Libro, 12 paneles que han sido los únicos que la Biblioteca Nacional ha destinado al género en su casi bicentenaria existencia (1) y que tuvimos el privilegio de exhibir en nuestro patio. Más aún, el escritor Diego Muñoz Valenzuela (2) visitó nuestra biblioteca y conversó con nuestros estudiantes. Debido a trabajos escolares, varios alumnos investigaron y descubrieron el género, sorprendiéndose de la ininterrumpida trayectoria que tiene en nuestro país desde el siglo XIX a la fecha.

Hay literatura de la buena en la CF y por eso, recordando a Correa, el altísimo (3) maestro de la CF nacional, digamos al igual que él, cuando muy enojado por una pregunta respondió: "Para qué hablan de Ciencia Ficción, hablen de Literatura, la literatura es una sola, sin apellidos".

Porque es un género valioso que nos puede hacer tomar conciencia de nuestro propio destino, el Colegio Alexander Fleming abrió las puertas a estos personajes de apariencia tan futurista o extraterrestre, pero con problemas tan profundamente humanos, que son reconocibles en cada página como producto de las decisiones que tomemos hoy para convivir con los demás en el pequeño espacio que ocupamos en este nuestro hermoso, frágil y único planeta.

Notas:
(1) Fue fundada en 1813 y el Depósito legal es ley de la república desde 1820.
(2) Autor de la novela Flores para un cyborg, exitosa obra de CF con varias traducciones y reediciones.
(3) Los Altísimos es su novela más importante a nivel mundial, fue leída como parte de las lecturas complementarias de 2º Medio en el año 2010.

Actualización del artículo (11.06.2015)
Ahora que reviso este texto y corrijo algunos detalles, lo complemento señalando que, en mi actual lugar de trabajo, el Colegio Terra Nova, el Centro de Padres reprodujo la exposición sobre la historia de la Ciencia Ficción chilena y,permanentemente, estamos leyendo textos de CF (tanto chilenos como extranjeros) como lectura complementaria. Una unidad especial sobre la CF y sus características se enseña a todos los cursos de Enseñanza Media en alguno de los cuatro años de enseñanza.

Prof. Benedicto González Vargas

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