sábado, 15 de noviembre de 2008

Homenaje a Hugo Correa

El pasado miércoles 12 de noviembre tuve el honor de participar en el homenaje que la exposición Chile Fantástico le hizo a Hugo Correa, ocasión en que se encontraban presentes su viuda e hijos. Junto a Marcelo Novoa y Roberto Pliscoff tuvimos la oportunidad de recordar la vida y obra de este gran creador chileno. En mi calidad de presentador y moderador, expuse las siguientes breves palabras, a modo de introducción, que quiero compartir con Uds.

"Aquí siempre estamos en un presente que se prolonga, que no pasa nada. Los grandes descubrimientos no pasarán aquí, porque no se estimula la investigación. Por eso la Ciencia Ficción está al servicio del ser humano, es una proyección del hombre hacia el futuro, a formar conciencia de un tiempo que no viviremos. Pero lo que le quiero decir es que la literatura es una sola. Así que si me pregunta, la Ciencia Ficción no tiene mayor importancia si no es buena literatura. La gente no debiera tomarla de otro modo, ni obsesionarse ni nada, sino que esperar de ella lo que pueda dar: un gran salto de la imaginación"

Pocas veces se encuentra uno con un escritor que sea capaz de ver de forma tan clara las proyecciones reales y prácticas de las habilidades que puede desatar la lectura, cuando ésta despierta los talentos creativos e innovadores en áreas tan distantes de la ficción literaria. Lo que suele decirse es una serie de lugares comunes relativos a la creatividad y el arte, muy vinculados al tema literario y, en ocasiones solo logra ampliarse hasta los límites de la lectoescritura o la gramática. Por no recordar a aquellos cuyo ego los obliga a situarse en sí mismos y en su obra como único referente.

Pero, sin lugar a dudas, Hugo Correa fue un hombre distinto. Alejado del mundillo literario -donde siempre alguien le recordaba que la Ciencia Ficción es un arte menor-, fue capaz de compartir con sus colegas escritores abriendo espacios señeros para este género sin ocuparse siquiera en responder esos comentarios despectivos, así era su espíritu, un talento noble y jovial, alejado de polémicas y centrado en su oficio. Un hombre de casa, que todas las tardes escribía a la luz natural de algún ventanal y que siempre tenía opinión fundada de las cosas para iluminar a quienes le preguntaban o sometían temas a su análisis. Hombre de alta proyección que fue capaz, hace cincuenta años, de elevar su mirada por sobre los campos cultivados de su provincia agrícola y recorrer con su creatividad espacios estelares que la mayoría ni aún hoy sospecha imaginar siquiera. No solo eso, fue capaz incluso de volver literariamente a su agrario terruño para insertar allí aventuras fantásticas de mundos posibles e imposibles.

Por cierto que ahora, cuando las tecnologías informáticas se cuelan por todas partes en las aulas, a despecho a veces de los propios docentes, cuán preclaras son las palabras de don Hugo que supo ver en la ciencia ficción un género literario impulsor de preguntas creativas, de talento innovador y de búsqueda científica. De seguro que su obra en las aulas sería mucho más que un mero copy / paste para los alumnos.

Hemos dicho hasta la saciedad que ha sido el más grande en el género temático que nos congrega y nos ocupa, hemos señalado que se codeó con los grandes y que su obra refulge límpida y respetada en distintos idiomas y en variadas culturas. Hemos hablado estos días de su calidez y sencillez, que vi de primera fuente cuando hace 24 años lo vi ingresar a un aula magna de una sede universitaria y por primera vez supe de sus propios labios de la magnitud de su obra y su talento. Siempre hablamos también del oprobioso olvido o desconocimiento que nuestro pueblo tiene respecto de su vida y obra, de la ignorancia superlativa de las autoridades del Ministerio de Educación que en épocas pasadas le negaron espacio en las lecturas oficiales de los planes y programas de estudio "por no haber nada en sus libros que sea útil desde lo literario o lo valórico para los jóvenes chilenos". Pero no hemos dicho mucho que era un hombre alegre, chispeante a veces, con una insólita capacidad para comunicarse gestualmente con decidoras muecas donde observación, humor e ironía se mezclaban con particular gracia.

No hemos hablado de esa dimensión humana que su familia atesora como un legado más grande incluso que obra literaria. Hay todavía varios mundos por descubrir en don Hugo y harán falta muchos de estos encuentros para esa titánica tarea. Hoy, estamos dando los primeros pasos de esta recuperación de patrimonio cultural que nos pertenece y que queremos entregar como regalo a nuestra sociedad. Es verdad que hace algunos meses se nos fue y ello, por cierto, nos provocó dolores que aún nos aquejan: 

- El dolor de no haber estado más cerca de él. 
- El dolor de no haberle hecho más reconocimientos en vida. 
- El dolor de que aún hoy, para muchos, su nombre y obra sean una interrogante. 
- El dolor de no haber puesto todos nuestros esfuerzos en difundir más su obra literaria. 
- El dolor de los olvidos injustos, de la noticia escueta, del reconocimiento menguado a la hora de su partida. 
- El dolor de saber que se ha clausurado para siempre la opción de volver a tener entre las manos la tinta fresca de una nueva obra suya.

Pero sabemos bien que al final del camino estamos tratando de iluminar las sendas que él descubrió donde su huella indeleble queda como registro y testimonio de su obra. Esta misma exposición no hubiera sido posible sin su existencia y estas lumbreras de la ciencia ficción que tengo a mi lado no tendrían el interesante tema que van a desarrollar.


Don Hugo, acodado como está, en las más altas estrellas, ponga atención a las palabras que esta noche le rinden como homenaje sus amigos de Puerto de Escape, don Marcelo Novoa, editor y director de la Revista Puerto de Escape y don Roberto Pliscoff, investigador de Ciencia Ficción y columnista de la misma.

prof. Benedicto González Vargas

4 comentarios:

  1. Manquenahuel, dice:
    15 noviembre 2007

    Me tomé la libertad de enlazar esta excelente nota, partiendo del maravilloso retrato de don Hugo Correa, para un artículo escrito por Francisco Ortega en el portal de Mythica Ediciones. Por supuesto, he realizado las menciones correspondientes. Puede leer la nota en http://mythica.cl/wp/?p=1574 Está usted realizando un maravilloso trabajo. Felicitaciones!

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      16 noviembre 2007

      Gracias, Manquenahuel, es un honor que algo de acá te haya servido. Saludos, Benedicto

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  2. Francisco Correa, dice:
    15 noviembre 2007

    Estimado Benedicto, agradezco sinceramente tu homenaje y palabras para mi difunto viejo (¿estará codeándose con Julio Verne?). Tiempo hace que no visitaba la red buscándolo y me encuentro con tu blog. Has de saber que por fuerza mayor no pude asistir a su homenaje en la Biblioteca Nacional (mea culpa). Supe que fue muy emocionante y emotivo. Saludos, Francisco

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    1. prof. Benedicto González Vargas, dice:
      16 noviembre 2007

      Apreciado Francisco, así fue, para mí fue un honor referirme a él y moderar aquel interesante foro. Saludos. Benedicto

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