sábado, 23 de febrero de 2008

A solas con su vicio impune

En verdad los libros para mí no son libros, son seres vivos. He leído mucho, he leído mi vida entera, desde que aprendí a leer. Casi diría que no he hecho otra cosa. Los demás pasean, van al teatro, juegan en las carreras, en el casino, en los garitos o en las casas, se les ve en las cantinas, en las tertulias, en los banquetes o reuniones, se casan, se descasan y vuelven a casarse; hacen visitas, reciben visitas, bailan, cantan, beben, dan exámenes, toman exámenes. Yo he preferido a esas vanidades la del vivio impune: la lectura. No por figurar ni subir. Por gusto, porque me causa placer".
Así explicaba su relación con la lectura ese gran crítico literario, biógrafo, ensayista, poeta y novelista que fue Hernán Díaz Arrieta, Alone, y que llenó durante más de medio siglo, con su pulcra pluma, los mejores espacios de la crónica literaria en "La Nación", "El Diario Ilustrado", "La Unión" y "El Mercurio". Nació en Santiago el 9 de mayo de 1891 y realizó sus primeros estudios con profesores particulares, luego ingresó al Seminario de Santiago, donde sólo cursó primer año de humanidades, para seguir después en un liceo comercial. Posteriormente ingresó a trabajar como escribiente en el Registro Civil de Santiago, servicio en el que jubiló como Director en 1931. 

Junto con sus actividades laborales, Díaz Arrieta ocupaba todas sus horas libres en prepararse a sí mismo en la Biblioteca Nacional, donde se lo leyó todo. Asimismo colaboraba con las revistas "Selecta", "Zi Zag", "Sucesos", "Pluma y Lápiz" y "Pacífico Maazine". 

Fue en 1947 cuando asumió su memorable columna se crítica literaria en "El Mercurio", donde firmaba con su célebre pseudónimo Alone, la que mantuvo hasta poco antes de su muerte y en la que se constituyó como el mayor crítico de la literatura nacional, siendo un verdadero barómetro de nuestras letras. 

Como escritor, publicó Prosa y Verso (1912), La sombra inquieta (novela, 1916), Portales íntimo (1930), Las cien mejores poesías chilenas (1937), Leer y escribir (1962), Los cuatro grandes de la literatura chilena (1963), Antología del árbol (1966) y su monumental Historia personal de la Literatura Chilena (1954), entre otras. 

Por sus grandes méritos como divulgador de la buena literatura, Alone recibió el Premio Nacional en 1959 y un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Chile en 1976. Además de múltiples premios y reconocimientos. Dejó de existir el 24 de enero de 1984, dejando vacante su cátedra en El Mercurio, la que, desde que se fue, no ha vuelto a alcanzar esa mezcla de erudición, fineza de estilo y espíritu que sólo él pudo impregnar en la crítica literaria. Es que Alone vivió para las letras, para su "vicio impune". 

prof. Benedicto González Vargas

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