miércoles, 20 de diciembre de 2006

Alejandro Jodorowsky: La vida es un milagro continuo

Es un chileno reconocido internacionalmente, pero muchos compatriotas suyos no lo conocen, evidentemente tiene ya su buena cuota de edad, pero según una reciente edición de la revista Uno Mismo, “no es viejo”. En esa misma revista se afirma que él se declara ni de izquierda, ni de derecha, sino “de extremo centro”.



Lo que pasa es que nada es predecible o fácil de poner en moldes comunes cuando hablamos de Alejandro Jodorowsky, poeta, narrador, cineasta, filósofo, dibujante, guionista, actor mimo, relator de cursos de creatividad, tarotista y últimamente psicomago. Gurú desde siempre. Su palabra fácil, su gesto amable, su humor irrenunciable y sus profundas ideas espirituales producto de la fusión de búsquedas y encuentros múltiples con otros espíritus tan abiertos como el suyo, hacen de él un personaje admirado profundamente por quienes lo leen o lo escuchan. Sin lugar a dudas élites intelectuales o espirituales, si se quiere, pero no la gran masa que lo ignora, aunque de seguro caería rendida a sus pies si se lo encontraran en una esquina de la plaza leyendo gratis el tarot a decenas de personas, como suele hacerlo en París.

Respecto de sus búsquedas y encuentros, consultado por Marcelo Padilla responde con un perfecto koan zen: “Unos vienen, otros van, yo soy una piedra en el camino” y se explaya en ideas relativas a la eterna permanencia del ser, encarnado o desencarnado y a lo que él llama “Permanente Impermanencia”.

Un tema que cruza todas sus múltiples inquietudes es la omnipresente intención de encontrar fórmulas para transmitir mensajes plenos de optimismo, es su forma de mantenerse atento, con los ojos bien abiertos, con la lámpara de la conciencia brillando más que nunca, como si él mismo encarnara el noveno arcano del Tarot, pero se apresura a aclarar que antes quería ser maestro, pero ahora se conforma “con seguir siendo alumno”.
Pero eso no es verdad, es un Maestro y lo ha sido en cada una de las actividades que ha emprendido, actualmente busca por todos los medios a su alcance demostrar la permanente presencia de los milagros en la vida y nos aclara taxativo que lo importante no es “aprender a hacer milagros, sino que aprender a verlos”. Lo que no constituye la declaración pasiva de un sujeto sobre quien obran las tendencias fatales del destino, sino la activa búsqueda del asombro y del reconocimiento de la vida que, para él, es un milagro continuo.

Hace algún tiempo atrás, Marcela Fernández, del suplemento cultural argentino Ñ del diario El Clarín, lo entrevistó en una de sus visitas a Buenos Aires y le consultó respecto de sus inquietudes sociales y de la posibilidad de volcarlas en la arena política. Genio y figura, Jodorowski responde con palabras de antología:

“Yo no creo en la revolución política, yo creo en la re-evolución poética. La poesía salvará al mundo, es decir, la belleza, porque todos los problemas son por fealdad. Ya no hay problemas nacionales. Es un todo interconectado. La política es fea, la economía es fea, la arquitectura es fea. Hemos perdido la meta que es la belleza. El hombre no puede alcanzar la verdad, pero puede alcanzar su resplandor que es la belleza. Es feo hacer sufrir a alguien, es feo que la gente se muera de hambre, es feo que alguien tenga el poder en esa forma, es feo que los hombres estén separados de las mujeres y las aplasten, es feo que haya guerras, es feo que las religiones se peleen entre ellas. Es feo que haya un papa soltero, viejo, pudriéndose sin una mujer, o que el Dalai Lama cobre para venir a dar sus conferencias. ¿Por qué pagarle a un tibetano que dice lugares comunes? Estoy escandalizado. Es feo que la gente se ande uniformando, los soldados son feísimos. Es feo que haya animales encerrados en un zoológico, es feo que estén matando a las especies, es feo que estén envenenando el planeta, el petróleo es feo”. A esta lista potente y apabullante, Jodorowsky agrega que “la belleza no es una definición conceptual, sino algo que se siente. Llamar bello a todo lo que es útil para la sobrevivencia equilibrada de la vida, del mundo. Si este edificio me enferma, es feo; si me da salud, es bello. Si un árbol que tú piensas que es bello tiene un fruto que envenena, en realidad es feo. Un árbol torcido que tiene frutos que te alimentan bien, es bello”.

Toda su literatura y su obra artística trasunta esta forma limpia, aunque no simple, de ver la vida, de un optimismo desbordante, pero que no pierde la capacidad de vincularse con lo práctico de la vida, un breve poema suyo dice: “No es lo que será / no es lo que fue / no es lo que quiero / es lo que es”.

Alejandro Jodorowsy Prullansky, chileno, nacido en 1929, es sin lugar a dudas uno de los artistas más lúcidos y universales que ha producido la literatura y el arte chileno en general. Va por el mundo con su cabellera platinada y su aura de maestro, con su positivismo contagiante, pero, sobre todo, con una humildad tan honesta como sabia.

prof. Benedicto González Vargas
publicado originalmente en Revista Letralia el 18 de diciembre de 2006.

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